La economía de Etiopía está basada en la agricultura que
absorbe el 45% del Producto Interior Bruto, el 85% de la mano de obra y el 90%
de las exportaciones. El producto principal es el café destinado en su casi
integridad a la exportación, del que viven directa o indirectamente el 25% de
la población. Este alto volumen, unido a la variabilidad de los precios
internacionales del café, hace que la
balanza exportadora sea muy vulnerable.
Los procesos de sequía, agravados en la década de los 80 del
siglo XX, convirtieron grandes extensiones de terreno de cultivo en áridas o
semiáridas, en parte por las condiciones climáticas, en parte por la tala de
árboles para leña. Los desplazamientos de población y de refugiados con ocasión
de las múltiples guerras con Eritrea, facilitaron el asentamiento de gran
número de población en zonas con apenas recursos agrícolas y ganaderos, lo que
provocó hambrunas y persistentes degradaciones del suelo que no se ha
recuperado. En la actualidad, y tras la firma de la paz definitiva con Eritrea,
el número de personas dependientes de la ayuda interior o exterior para la
supervivencia se ha reducido de 4,5 millones de personas en 1999, a 2,7
millones de personas en 2003.
En cuanto a la minería, Etiopía tiene reservas de oro y
tantalio, así como mármol, potasa, mineral de hierro y gas natural. Las
explotaciones de este último han sufrido diversas convulsiones y altibajos con
ocasión de los múltiples conflictos bélicos hasta 2002
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